"¿Sacarás tú a Leviatán con anzuelo o sujetarás con cuerda su lengua?
¿Pondrás una soga en su nariz o perforarás su quijada con gancho?
¿Acaso te hará muchas súplicas o te hablará palabras sumisas?"
(Job 41:1-34)
Algunos pescadores
no somos de usar ganchos en quijada
y el rápido lanzar de los arpones
o las redes
no fueron hechos para nosotros
Algunos pescadores
trenzamos todo el cuerpo en la promesa de alimento
hidratación alivio y estímulación de glándulas
luchamos contra el cuerpo que más tarde será calma
-aunque pulsando aún entre el ahogo y el espanto-
para lograr así un camino de retorno hacia la casa
mordiendo algo de carne que sujete nuestros huesos
a médula y pulmones
¡Cómo deja de doler cuando la caza
se convierte en el regreso con escudos que se blanden
por sobre nuestras cabezas
frenando las patadas del granizo en esta playa!
Algunos pescadores apelamos otras veces
a tendernos bajo el agua bocarriba
(no respiramos)
y somos peces planos con dos ojos que alineados
hacia arriba
nos convierten en arena
y piedras
bajo el tráfico de peces en sus vías espontáneas
esperando en la total resignación
ante la infalibilidad que nos suele ser contraria
de la marea
a que una presa atónita
se convierta en el ajuar de mariposas estirando
las alas mientras frescos sobrevuelos
las traen a estas mandíbulas de cepo esmerilado
para clavar allí la aguja
de nuestro improvisado
amado
y bien logrado
matadolores.