domingo, 3 de mayo de 2020

Nuestros giros y la sangre en el anzuelo


Me enseñaste que los giros en la cama eran anzuelos
allá donde mordíamos temblando
-nosotros tan marinos-
la angustia en los bozales de las algas

(Ganábamos sudores y mareos a brazadas
acrósticos peceras y acuarelas que aún conservo)

Hoy que lamo el piso
quiero contagiarme
nuevamente de tu sangre aquella tarde cuando quiso
el azar que nuestros cuerpos se estrellaran

Y que la gratitud bajo la forma de una muerte
-mi brújula astrolabio-
nos ahogue finalmente.