el haber alumbrado tantas hijas
de parietales y deseos que se calman
con el contacto en asideros de otros cuerpos
me ha vuelto un entusiasta experto en cráneos
las luces en los techos de una sala de emergencias
son bocas de un collage que se me estruja
rostros de niñas que son una en cada encuadre
derraman besos de distintas salivas
y un movimiento muscular a ojos cerrados
al que hace décadas
me he vuelto adicto
yo supongo que a la hora de mi muerte
todas mis hermosas parietales
serán también maduras y conscientes
¿despertarán aún mi deseo
habiendo abandonado
la transición de las crisálidas?
herederas de este mismo cuerpo
continuarán en su misión de amamantarme
no a sabiendas
sino a la venia de pistones en el pecho
reemplazables necesarias y metálicas