Cuando TAURO se acerca
Nunca ingresa al ruedo
Sabe allí de capas rojas y lanzones
Incluso de hombres a caballo
Asistiendo en la labor de su masacre
Al matador a pie
Con las las jirafas al fondo
Encendidas en llamas
Y Tauro
aborrece la sangre
incluso cuando menstrúa
Y Tauro
es tan caballo como cuarzo
siempre grata con el signo que la libra
de ser perenne incubadora de neuralgias
martillos crónicos de sien y médula
que a ella la ciegan
que a mí me enmudecen
premonitorio
como sufí en contemplación ante la horca
Cuando LIBRA se acerca
Siempre ingresa al hocico de la bestia
No sabe de colmillos o los frota a sus espaldas
Él mismo es un hombre a caballo
Asistiendo emocionado a la labor de su linaje
Cabalgante en su capricho de hijo único
Con los cadáveres al fondo
Extinguiéndose
Y Libra
adora la sangre
incluso cuando el cuerpo le es lanzado a la autopista
Y Libra
es tan caballo como cuarzo
siempre grato con el signo que lo empuja
a tragarse en tiempo récord sus más altas barricadas
sus dolores de sien y columna
que a mí me destrozan el cuerpo y el aliento de la vida
que a ella le dan ojos antiguos para echarme esa mirada
premonitoria
de adolescente griega.
"Aun cuando las constelaciones fuesen negadas a quienes correspondían por ser obra del Creador mismo (...), los sufíes bajo el árbol las cantaban, soplando así las esporas y las abejas y las buenas gotas de lluvia hacia jardines colgantes, acuáticos, e incluso hacia aquellos lejanos de la ciudad y la muralla donde hombres y mujeres andaban todavía en simbiosis carnívora de uñas y partos que representaban una tasa de mortalidad del 50% entre las parturientas no convertidas que habitaban fuera de la zona de protección del agua y los combustibles fósiles". Fragmento de Breve guía hacia el oasis, por Carlos Cavero (1687 D.C.)