jueves, 11 de enero de 2024

Claudia


Siento la pena hundida entre mis manos mientras recuerdo
Nuestra antigua casa 
En cuyo jardín florecían
Aves azules que aleteaban en silencio

Nos cuidaban las espaldas
Orquídeas girasoles y madreselvas

Pasaron así años de incertidumbre buena
La tensión la he saboreado como el hielo dulce
Pero yo
Soy un soldado de vuelta en su patria
Cansado de pelear y con los brazos bien abiertos

Aprendí a amar una noche que navegaba
Por las calles luminosas de este desierto hecho ciudad

Un día
Conocí a Claudia con sus collares de conchas marinas
Sus anillos de coco
Su cabello ensortijado

El amor nos conoció a primera vista bajo un árbol
Pues siendo los dos fantasmas entre el asfalto y las piedras
Gradualmente nos unimos en un abrazo

Poco tiempo después compartíamos aquella casa
Del jardín rojo y atrapasueños en la puerta del cuarto
Éramos pura hiel para los ojos asombrados
De los citadinos que al mismo tiempo
Odian y aman su asfalto y sus piedras

Entre nosotros éramos fluidos y calores cada día
No pasaba una mañana sin comernos las bocas y los cuerpos
Éramos ardor perpetuo en los vientres
Así sería la mayor parte de la década pasada
Hasta que un rayo partió tu pena
Hizo añicos lo único verdaderamente tuyo
Te quedaste sin nada que ofrecerme

Yo te insistí en que nada tenías que darme
Pero te sentiste tan miserable
Que la vida comenzó a escapársete como sal entre los dedos
Dejaste de comerme la boca y el cuerpo
Comenzaste a decir no a la comida y la bebida

Un buen día de septiembre entre tus manos apresaste
Un pájaro mensajero
Leíste su secreto
Te desdibujaste ante mis ojos
Me pediste
Que te dejara partir

Yo nunca más volvería a buscarte
Pero aún te espero.