miércoles, 28 de marzo de 2018

Talada


Talados los árboles a brazada
eléctrica
el fango huérfano vejado
muestra
las señales inequívocas
de un arrebatamiento tesalonicense

Con el bosque al ras y de rodillas
tras habernos prometido
cortar solo las ramas sobrantes
deformes
y no funcionales
nos miramos las caras ahora

La toda tierra sin embargo
inerte mujer echada
desollada
se nos mueve nuevamente
se nos gira
nos respira.

domingo, 25 de marzo de 2018

Destiempo de espejos


A Magaly

Una mirada de placebos
se encontró con la mía en las antípodas
causalidad errática
de dos pacientes en lista de esperanza
"Sácame de esta casa que me extingo
en este encierro de padres torturados
y bonsáis terapéuticos
que se pudren a vista y paciencia"

Cuando yo tenía tus años
era también un cartílago encendido
sin color en la carne ni el cabello
también pudriendo homeopatías en la casa
coqueto aunque jamás humano
fingiendo vida al levantarme de la cama
fotocopiando gestos y palabras
derramándome en vectores y elegías

"Ensayar cada palabra y cada gesto
subiendo al taxi 
decir hola conteniendo el cáncer
me dejan exhausta como Sísifo
busco por ello un cerrar de ojos absoluto
a la metástasis de esta neuralgia"
Y yo te escucho con los brazos tan abiertos
que me echaría a volar si no te amase.

sábado, 24 de marzo de 2018

Conocerte


Una corriente alterna
me desborda la caja del pecho
al conocerte
como aquella vez del estrógeno
como cuando la serotonina

Es suficiente
lo fue todo
el vacío de estómagos cunde
un morder cegador corresponde
maduro y verde.

lunes, 19 de marzo de 2018

Painkillers



Quedaste dormida tras un incidente

Revelan tus manos abiertas estragos
en surcos que absorben y se rebifurcan
hilando en la fruta de carne tornados
que aun cuando duermes tu cuerpo perturban


La química madre postiza te guarda

Lates
no sólo en pecho sino en sienes
tus piececitos patean
saltas
cómo me tragaría tu dolor entero
así me quebrase
el espinazo
de dónde por todos los cielos
brota ese rechinar que no consume
a todas luces anterior
a tu corta existencia
apenas recibiendo tú
la adultez como inyección de aceite
es tu neuralgia precursora tuya
cómo no te suelta
ni cuando duermes


Vacío cajones y nada aparece

Yo mismo 
habiendo cabalgado esta bestia
por décadas
aunque he sobrevivido
me encuentro bocarriba tras sus coces
boquiabierto
diríase que ahora mirándote
empavonado tras la pausa poética
soy cirujano manco
cómo desearía que en tu sueño
hallases pronto el último analgésico
que no recuerdes nada
que el umbral se distienda hasta borrarse
cómo te cogerás de mí si soy el agua
cómo te cubriré de sol si estoy helándome
cómo me tragaría tu dolor entero.

viernes, 16 de marzo de 2018

Blancanieves


Desde que irrumpiste atónita

Con palidez galopante
siempre fuiste Blancanieves
y en tu constante aridez
celosamente anidabas
caracoles sin corazas
bestia madre que a las nueve
sorbías valor de a pocos
para desmontarte toda
a las doce en el pesebre

Así llegaron las lluvias
y en ellas repeticiones
de tórax contra almohadones
incrédula ante el encuentro
de quien vio tu septicemia
-dolores tuyos tan crónicos-
antes de que irrumpieras:
yo busco escapar contigo
yo comparto tu diagnóstico

Verás qué vidas minúsculas
nos han sido conferidas
y mientras más lo denuncies
más duro será soportarlas
compartámonos entonces
inconformidades lúcidas
mientras las horas violentan
la barrera del sonido
tú y yo como sordomudos.

domingo, 11 de marzo de 2018

Estructuras



Estructuras adobescas
altas en techos que recuerdan
paseos de infancia en los que el blanco
se hacía pasteles
al cruzar las puertas

Conmovidos por las huellas de sucesos
que no serían historia
de no ser porque los años los cubrieron
visitantes primerizos en tertulia
fotografían silencios.

sábado, 10 de marzo de 2018

Descenso


Recorriendo este descenso vamos amplios
en percepción y sin temor a interrupciones
pues a pesar de andar cayendo
es una cápsula de paz que no adultera
nuestro ansiado alimento
cuya infrecuente deglución nos da la vida

Nuestros sentidos se abren placenteros
sin consecuencias
aquí y ahora en este túnel que nos seda
con su analgésico hombro de lamentos
donde cabemos ambos bienvenidos
huéspedes predilectos.

viernes, 9 de marzo de 2018

El porqué del mar


Me han preguntado por qué escribo tanto sobre el mar si jamás tuve una relación cercana con él. Entre quienes no me conocen ha habido incluso quien me asumió como un aficionado a la pesca o un aventurero de las aguas.

Esta es la explicación:

Debía yo de tener cuatro o cinco años. Casi nada recuerdo de aquellos domingos en el club de playa. Entre los destellos de memoria que aún conservo, queda uno particularmente nítido, aunque no llega a ser tan visual ni sonoro como lo anhelo. Ni siquiera es táctil porque no toqué nada.

Allí me encontraba con el torso desnudo y los pies descalzos frente al mar. Éste, verde y furioso, yacía como una bestia encadenada a las fauces de la tierra, destinada a repetir los mismos movimientos una y otra vez. El expandir sus extremidades arrastrándose sobre la arena para luego emprender retirada era su único accionar. Me pregunté entonces cómo sería si en una de estas retiradas el mar decidiese no volver. Y ese fue el comienzo de todo.

Más tarde, ya en casa, seguía yo encerrado en la misma interrogante. Así como el mar, mi naturaleza también fue siempre simple, tanto en mis pensamientos -que suelen ser uno solo repitiéndose incesantemente- como en mis acciones, de modo que la retirada del mar fue lo único en lo que podía pensar, y todo lo demás dejó de tener atractivo para mí. Así llegó la fiebre justo cuando comenzaba quedarme dormido. Quizá fue un mecanismo de autodefensa para sacarme de ese trance que no terminaría sino hasta encontrar una respuesta.

No he hallado jamás la forma de describir los sueños que tuve aquella noche. Al igual que mi memoria del mar, no son visuales ni sonoros, y ni siquiera táctiles como para reconstruirlos a partir de sus huellas en la carne. El mar quiso mostrarme una proyección de lo que sucedería si decidiese retirarse para nunca volver.

Un inmenso cráter colmado de esqueletos de peces, restos de plásticos y fierros corroídos se abría más ante mis ojos mientras continuaba yo mi descenso por aquel nuevo territorio ganado al mar. Como todo hábitat muerto, el nuevo acceso a la luz le había decorado los intestinos con una inclemente fealdad en la que solo comenzó a brotar belleza cuando al mar se le ocurrió volver. Empezaba yo a distinguir brillos aperlados en varias esquinas de aquel cuadro: eran los esqueletos de peces que ahora eran marfiles, los fierros revelándose como mariposas pubertas.

No debí haber levantado la mirada cuando el estruendo y la sombra desencajaron el contemplar de caracolas cerca de mis pies. Arriba, a varios kilómetros de mi cabeza, la gran ola de retorno tapaba el sol. El cíclope atado a las fauces de la tierra regresaba al descansadero donde volvería a arrastrarse y contraerse en su rutina autista. El terror que hizo que todos los músculos del cuerpo se me contrayeran permitió un solo pensamiento razonable. Dar media vuelta y correr no lo fue. Pensé que los esqueletos de peces recobrarían carne y viscosidad al primer contacto con el agua, que mi condición de mamífero terrestre invadiendo aquella fosa me ponía en el lugar perfecto para pagarles el atrevimiento con mi cadáver.

No sé cuánto duró la fiebre, solo sé que aquella noche nació el mar para mí, y con él mi vocación literaria.

Sin embargo, no es el mar de sales y agua que golpea la costa, tampoco el que soportas embarcaciones sobre su espalda. Ese mar jamás podría inspirarme. El mar al que escribo esta carta es el mar de mi sueño, acaso porque nunca llegué a despertar del todo. Algo de mí se llevó aquel mar en su carrera hacia la aniquilación de la bahía.