Cuánto apocalipsis
hemos venido jadeando
a través del sendero de huesos que pinta el hambre
el abril de la carne
es un show de mariposas amarillas
que arden allá arriba entre las brasas del polen
soy yo quien carga esta indeseable mochila
con todas las palabras finales
que nos arrojamos aquel día mutuamente
como huesos
sílabas que hoy se arman en versículos
por sobre nuestras creencias más firmes y más ciegas
hasta el altar y sus ofrendas de vírgenes e inciensos
y efebos y caballos danzarines
volveremos a escapar sobre el asfalto
así como cuando éramos pequeños ignorantes
colmados de las iras y los ecos de emociones
indistinguibles entre el árbol de la esfera y de la euforia
propios de bellos e inocentes caminantes
y aunque el aleteo de una nueva mañana
pretenda devolvernos la niñez como una lanza
sabremos ocultar nuestro entusiasmo en las higueras
así daremos marcha atrás en el tiempo
sin perder la -dolorosa- memoria
toda la fruta en nuestro huerto
será entonces solo un golpe de puño
para matar el hambre.