eres nuevamente
el peso de una espina atornillada
contorno de una dulce carretera
me absorbes mientras saltas
te encajas en la silla
interna y exterior esta semana de lamernos
en ademanes que son nuevos veo el futuro
(algo que adoro con cada uno de estos reencuentros es la forma en que dominas la creciente ciudad de helechos uvas madreselvas que es mi casa cada vez más amplia en tus caderas la pendiente que desliza el sudor hacia los ombligos del mudo mientras repites he vuelto he vuelto ¡he vuelto!)
*no has obrado con astucia
sino con el ciclón de aquellas islas
allá donde se elevan los océanos sobre techos
aparentemente salvos
donde multitudes nuevas
canibalizan mansas
así toda masacre cobra víctimas
hijas de padres muertos
una madre que hasta hoy yace morada
en las corrientes por carencia
de un soplo que le inyecte en sus rigores
el lázaro del semen*
las manzanas las higueras y las zarzas
nos aprietan con sus savias siemprevivas
los troncos son testigos de las armas
banderas de fogueo
soldados cara a cara con el parto
de un armisticio
fueron pasos de baile entre los cascos
que se hicieron carne roja en los jirones
de botas a paso de ganso
la paz reciente
recuperada y sombra
ahora nos mueve como bestias en las hojas
para enredarnos ya que incluso como insectos
y calmados
siempre somos
las mismas fieras
aunque te veo tan pequeña
te siento honda al atraparme entre los músculos
de tus montículos arterias los relieves
con que me estrujas hasta hacerme
-como cada vez que regresas-
volver de a pocos a la vida