Por más enquistados
que en la rutina de entreveros nos hallemos
con inmovilidad de laberinto
desesperamos
como si fuese éste el primero
o el último de nuestros preámbulos
Se nos arquean las manos y las lenguas
en contracción involuntaria delatándose
los poros salivando feromonas
un minuto de esperarnos llega entonces
dilatándose
a tragarse la hora
Hay demasiados testigos viéndonos
y aunque mi cuerpo no conoce la vergüenza
yo sí conozco el tedio
que trae consigo el ser humano al congregarse
protegeré entonces mi cuerpo de este agobio
para que no acabe tendido a mi costado
Yo solo estaré solo al penetrarte
porque por fin tendré analgésico en mis huesos
que cuando estoy fuera de ti tanto me aprietan
tú solo estarás sola al contenerme
porque por fin tendrás hipnótico en tu carne
que cuando estás vacía de mí se hace queloide.