Desde que irrumpiste atónita
siempre fuiste Blancanieves
y en tu constante aridez
celosamente anidabas
caracoles sin corazas
bestia madre que a las nueve
sorbías valor de a pocos
para desmontarte toda
a las doce en el pesebre
Así llegaron las lluvias
y en ellas repeticiones
de tórax contra almohadones
incrédula ante el encuentro
de quien vio tu septicemia
-dolores tuyos tan crónicos-
antes de que irrumpieras:
yo busco escapar contigo
yo comparto tu diagnóstico
Verás qué vidas minúsculas
nos han sido conferidas
y mientras más lo denuncies
más duro será soportarlas
compartámonos entonces
inconformidades lúcidas
mientras las horas violentan
la barrera del sonido
tú y yo como sordomudos.