Echados bocarriba sobre el pasto
Prometimos repetir aquella suerte de ritual
Mirando el cielo gris con el ocasional pájaro
Los días eran duros en calor y en humedad
Jamás una ciudad me había sido tan hostil
Tú fuiste mi último consuelo esas mañanas
De domingos tristes y reflujo
A nadie había esperado bajo un poste ciego
Como a ti mirando los minutos correr
En el teléfono
Tu cuerpo de carne dura y olor a jabón de frutas
Se convirtió entonces en mi refugio
Durante mi estadía no dijimos nada
Que pudiese amarrarnos
Porque así sería más fácil decir adiós
Hoy volví a verte después de tanto tiempo
Aquí el cielo es celeste y no hay humedad que persiga
Nuestros cuerpos desnudos por las mañanas
Sin embargo
Algo había cambiado en ti
Hasta tu nombre era distinto
Tu voz tu luz en cada ojo y tus pies blancos
Lograste deshacerte de nuestra amada comunión
Sin memoria
Una transeúnte de mirada esquiva y pálida
Cuánto te debes avergonzar de mí
P..D.: No deja de dolerme al día de hoy esta ciudad que sin ti ya no encuentra pretextos para existir.