Cuando se apaga la antorcha
todas tus lenguas
se vuelven quejas de alguna pesadilla
inconfesable a la llegada de los amaneceres
no por falta de confianza
sino porque nada recuerdas
y despertaremos
como siempre
a redescubrir la pólvora
Aspiras
con el ansia de los polluelos
a lo mismo que yo espero:
a ser tabula rasa
por eso
el abrazo
nos viene tan denso
y por la ventana del cuarto
se va la migraña
y regresa a golpearnos
con su quijada
(Siempre nos halla
desprevenidos)
Así es nuestro patrimonio
Compañera Mía
no será mucho
ni muy placentero
pero es todo el armamento
que tenemos.