Nadie me dijo al oído las cosas
en vez de eso
una banda en calor de tambores
gritó con la estridencia de las horas partidas
palabras suficientes
para vivir un día más
a salto de mata
Así una vida gobernada por megáfonos
sin rostro
avanza estirando los brazos de un ciego
a través del laberinto y los semáforos
Nuestras vidas
compañeros
son carne de cañón para quien ama
experimentar con animales
Somos nosotros
altar viviente
donde se ejecutan las ofrendas
donde se nos cierra la boca
para negarnos el acceso al alimento
y el derecho a la palabra.