A una hermosa joven
pálida y ciega
Para que coincidamos tú y yo Fátima Mía
hace falta que tropiece y dé en el suelo
mi llamada involuntaria de SOCORRO entre los vidrios
dispara aquella alarma en tus oídos y son cuadras
tú corriendo con las manos entusiastas de yogures
San Mateos y galletas (robado todo de tus padres)
para este viejo enfermo
De tela y vidrio tus mayólicas / los pies sobre carbones
donde pequeña saltas ignorando el abandono
en que esta casa / nuestra casa va pudriéndose en hormigas
cajas de Glovo / ropa / huesos de pollo
son mis dunas de Diógenes
extraviando en sus arenas monedero cascos llaves
tu brazier y trusa blanca / aquel bordado de tu escote
Empapada enjabonada / la toalla blanca
te cubre solo la cabeza mientras hebras con las piernas
mi beso en barba de succión a ojos abiertos
pezones rosas erecciones que tu pecho brilla en gotas
volcánicas represas en mis dedos y levantan
rosas de sombras y labiales infantiles / son tus cartas
de regreso a revivirme con los muslos
mientras sigo muriendo
Estropeaste nuestra ducha al excederte en aquel baño
de tantas horas mientras tu hombre / hermano muerto
dormía en los carbones agitado ante las gotas que salteaban
tu cuerpo para abrirse reventando en proyectiles
a los lados de tus blancos piecesitos
y me cubriste con tu goce matutino en la sonata
híbrido en ácido / vagina / ojos bonitos
y volviste Blancanieves a taparme los oídos
a pedir perdón desnuda de rodillas
por haberme hecho llorar con el estruendo
de las gotas de la ducha
"No tienes de qué avergonzarte Hermano Mío
yo te amo en cada ardor de tus pavores
te amo en tu herpes zóster
te amo en tu borderline
amo tus uñas rotas negras de grasa
en el tambalear con que recojes de la mano a tu pequeña
mientras el sol y los tambores de la pista te retuercen
y aceleras las zancadas a mochila en tus espaldas
tú duerme y yo te cubro
estos oídos que amo tanto
así como relames mis mejillas resoplando
como si estuvieras vivo"
Yo ya no puedo levantarme
pero merezco (lograste convencerme)
eyacular antes del lonche varias veces
-que será mesa vacía y no lo sabes-
pues tenía solo ocho nuevos soles
- gasté seis en empanadas para mi hija
y dos en los incienzos que te inspiran a hacer yoga
mientras me cantas
(algún secreto habré siempre de guardarte
para que nunca sepas los rigores
que me aplastan)
Solo te doy las gracias
apenas con las voces de una flema
que nada grita
nada tengo para el hambre de esta joven entusiasta
a quien tendré que enviar en la vergüenza de mi hartazgo
a cenar en casa de sus padres
ya que aparte de la euforia que vivimos a las puertas
de mi muerte nada tengo
que ofrecerte.