Mis párpados se caen con el impacto
de los látigos allá tras la ventana
voy al suelo
se estrellan balas de palomas
a corazón templado sobre el vidrio que es mi pecho
no sé quién nos apunta
pero es bueno
lo sé porque no corre
respira y es sereno como un duque
arma una curva en cada lanza de la pólvora
respeto su osadía
el láser en las frentes te contrae una sonrisa
levanto escala grieta de succiones
en cada mira apunta hacia el injerto
revientan los floreros
aorta
te llueven los cristales las cortinas
nos ha llegado el garfio esta vigilia juntos
capaz de hundir la casa en su metralla
me cuidas con tu espalda
bastiones de cañón en la columna y se te rajan
los antebrazos las uñas lilas
hasta que el fuego cesa
y como no hay paredes que recubran de colirio
el agua oxigenada que me lanzas asustada
con tu pavor de rama quieta
somos el amor de las medusas transeúntes
que al mirarnos en inercia cuando el verso del sicario
por fin se ha detenido
vuelven a hilar sus pasos
como si nada.