miércoles, 7 de febrero de 2018

Mis pies no tocaban el suelo

 

Debía de tener yo
cinco años enteros y unos ojos
inmensos
atentos al rastreo del naufragio
impasible de alfombra en leche arena

Las crayolas por delante diseñando
qué nubes y qué amigos y qué juegos
en los que la urticaria abandonaba
sus espuelas
ante la ronda fiel de aguamarinas

El soplo de una tos elaboraba
resolanas como no tienes idea
¡ay si yo te contara!
mi casa de vaivén era un encaje
con azul en la sangre y en los dedos

Tenía cinco años un mes y doce días
cómo pude haberlo olvidado
siempre mi cabeza
cinco y veintitrés de la mañana
fue mi sabbath de libre albedrío

Perennicé en la habitación de juegos
que hasta hoy en mi memoria cruje
cántico en uñas negras
con hebras y hojarasca de implosiones:
así creció mi cuerpo

De microzozobrares al remanso
allá donde el alivio anda medallas
yo era muy pequeño
yo no alcanzaba el estante de poemarios
mis pies no tocaban el suelo.