Guardamos la piedad no solamente
Para aquel desgraciado que yace
Medio muerto en una esquina
También miramos píos a quienes disfrutan
De algún placer inmenso sin saberlo temporal
Hemos venido observando nuestro mundo
Pasamos de la fugaz condescendencia
A los dioses de Jacob en la ventana
Sintiéndonos tan frutos tan alados tan vaivenes como ellos
Y esta tarde de agosto que toca nuestra puerta
Hemos despertado los dos al mismo tiempo
Ante la desgracia de la muerte autoinflingida
A cuántos números habrá escrito aquel suicida
Sobre cuántas verdades como sogas habrá mantenido el equilibrio
Mientras las sienes le ardían y una musa antigua
Le quemaba el esófago
A nadie hemos contado lo bien que nos hacemos
Encontrándonos de pronto en una cama como esta
Viendo parir al mundo sus bastardos
Los ciclos aún niños que se queman en la puerta del horno
Pero antes de partir yo te dejaré una carta
De amor y de perdón y te abriré la puerta grande
Así te irás de a pocos mientras la pena lucha
Por nuestra misericordia de siempre
Alumbrará un poste este camino de trocha
Y yo estaré agradecido de vivir en un pueblo
Donde los silencios matan las ideas
Y los sentimientos demasiado intensos
Se matan a sí mismos.