Una floración inesperada
entre los remolinos del cabello
me trajo a Diáspora
Con las raíces azules de sus venas
durmiendo plácidas
sabía que en el hoyo de mi almohada
tendida y yedra
el sueño era un secuestro
sin sobresaltos
ni emergencias
El pisar en las mayólicas
tus plantas gélidas
la quietud en los tapones del oído
y el correr del agua
en una ducha a medio cuerpo
fueron sujetos todos
de una renuncia
Una exfoliación a mano alzada
sobre la capa roja de mis hierros
se llevó a Diáspora.