Fuera de la cavilación hecha cortina
se enmaraña el ruido blanco del que huyo
decúbito dorsal muelas y yemas de los dedos
parecen reclamar mi nombre
pero no creo en sus maestros espejismos
pues yo viví en la nube
allá donde se acortan las distancias con la lepra
y frutas de carne tibia hacen las veces de mi almohada
un verdadero paladar de convites
diseñado para el solitario
Aturden con ensayos de labial y cien mil páginas
bajo los pliegues de una sábana se esconden
acaso es tal mi humanidad que aun en celda
victorioso en mi sumilla
los sudorosos individuos se me imantan
cabellos y olores mustios absolutos
extraños a mi celda y a mi fruta
diseñados para el gregario
fuera de la cavilación hecha vaso sanguíneo
intrusos que se rompen.