A una joven poeta
También a mí me
queman las retinas
y no por eso aparto al ojo entero
tú que gozas de buen juicio
por tus horas de taller y de terapia
sabrás cuánto me
cuesta obnubilarte
cuando te necesito obnubilada
sabrás que luego sin embargo
el forzar tus piezas juntas
me agota más aun que deshacerte
si en mí confiaste tu astrolabio
escucha cuando pido que conserves
este alcance sensorial que ahora te
agobia:
no es una enfermedad ni es mal augurio
eres más bien afortunada de tenerlo
solía yo también entrar en pánico
y hoy no concibo quitármelo.